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Alergia y asma ¿cuál es su relación?

Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay más de 300 millones de personas que sufren problemas de asma. Lo más sorprendente es que dentro de ese grupo, hay un gran porcentaje, cercano al 20%, que ni siquiera lo sabe. Los síntomas del asma bronquial pueden ser intensos o menos claros, por lo que una persona que no tenga episodios recurrentes de asma simplemente puede llegar a pensar que está sufriendo otro tipo de enfermedad. El asma, como tal, se da cuando los bronquios se inflaman y se obstruyen, provocando problemas den nuestra respiración. Es una enfermedad crónica y por tanto, incurable del todo, aunque sí que se puede tratar, para minimizar sus efectos negativos. Para encontrar el tratamiento adecuado debemos conocer la raíz del problema, algo que en ocasiones no resulta precisamente sencillo.

Y es que son muchas las causas que pueden provocarnos asma bronquial, desde factores hereditarios hasta otras enfermedades que afectan a nuestro sistema respiratorio. Una de las más clásicas, sin embargo, es la alergia. De hecho, cada vez son más las personas que sufren de alergias a ciertos productos o materiales, y por tanto, también ha aumentado el número de asmáticos. La alergia puede ser tanto causante como desencadenante del asma, así que hay que reconocer cuanto antes el origen de ese problema, para poder solucionarlo. Hay una relación directa, por tanto, entre la alergia y el asma, aunque eso no significa que todos los asmáticos sean también alérgicos. El problema viene dado, igualmente, al entender que un alérgico puede serlo a todo tipo de productos. Se le deben hacer múltiples pruebas para detectar cuál es el origen de esa alergia, y comprobar cómo le está afectando directamente al asma. De esta manera se tendrá mucha más información para cortar el problema de raíz, sobre todo si el asma es provocada solo por la alergia, y no por otros factores.

Tipos de alergia

El ser humano ha desarrollado con el tiempo diferentes tipos de alergias. Una alergia se produce cuando nuestro organismo, por error, detecta una sustancia que es inofensiva como peligrosa. Puede ser desde algún componente en la comedia, como el gluten, hasta el polvo o los ácaros, dos alergias muy comunes. Entonces, nuestro cuerpo desarrolla un tipo de defensa que nos protege frente a esa sustancia supuestamente invasiva, con una reacción que puede ser más o menos intensa. De esta forma, el organismo nos avisa de que eso a lo que nos exponemos no es bueno para nosotros. En circunstancias normales esto es una ayuda para evitar sustancias tóxicas, pero en el caso de los alérgicos, el organismo no está funcionando correctamente con esas sustancias, ya que no son realmente peligrosas para nuestro cuerpo.

Por eso hay gente que tiene alergias y otras personas que no las sufren, debido a que la propia sustancia en sí que la provoca no afecta igual a unos y a otros. Existen diferentes tipos de alergia, que se han ido desarrollando y descubriendo en las últimas décadas. La alergia estacional, por ejemplo, tiene que ver con el polen sobre todo, y afecta a especialmente en primavera, época de polinización. La alergia de interior, provocada por ácaros y polvo, es también muy habitual en nuestros días, especialmente en países templados y húmedos. También existe una alergia al pelo de las mascotas, o más bien, a las proteínas cutáneas de ese pelaje, lo que hace que muchos no puedan tener perros o gatos en casa. Existen igualmente alergias cutáneas y alimentarias, muy complejas y que imposibilitan la toma de ciertos alimentos por parte de las personas que las sufren.

La alergia como desencadenante del asma

La alergia se ha detectado como uno de los principales desencadenantes del asma en personas que sufren esta enfermedad crónica respiratoria. El asma consiste en  una inflamación y obstrucción de los bronquios, que impide que el aire pase con facilidad. Esta obstrucción puede deberse a diferentes factores, siendo las reacciones alérgicas de nuestro organismo uno de los más importantes. Y es que cuando nos exponemos a determinadas sustancias que nuestro cuerpo entiende como peligrosas, su reacción puede ir desde la tos o los estornudos a la obstrucción de los bronquios. Esto es más común en personas que sufren alergia al polen y al polvo, no tanto a las que tienen alergias alimenticias. De igual forma, no todas las personas que sufren asma tienen alergias, aunque la relación es bastante evidente.

Síntomas de que estamos padeciendo asma

Hay varios síntomas bastante claros que nos ayudarán a identificar que estamos sufriendo de asma, ya sea por un episodio concreto o algo más crónico. El primer síntoma es la sensación de opresión en el pecho, como si nos faltar al aire. Es consecuencia directa de la obstrucción de los bronquios, impidiendo así que el aire pase con facilidad por nuestro sistema respiratorio. Además de esa opresión, se suelen dar sonidos sibilantes muy característicos cuando respiramos con asma. De igual forma, la tos seca y crónica se une a estos síntomas, siendo uno de los más claros para detectar esta dolencia. Los síntomas varían en periodicidad e intensidad, sobre todo si son tratados. La manera en la que se trata el asma es intentar reducir al máximo los episodios más agudos, para que el paciente puede llevar una vida lo más normal posible.

Tratamientos para el asma causado por la alergia

El asma puede llegar a ser un problema bastante grave para la persona que lo sufre, impidiéndole, por ejemplo, disfrutar del deporte y el ejercicio físico al cien por cien. Los problemas respiratorios, da igual su causa, obligan a los pacientes a llevar una vida más tranquila, y sobre todo, a evitar exponerse a ciertos estímulos o sustancias. Esa forma de prevención es la manera más habitual de tratar el asma que ha sido provocada por la alergia. Si tenemos alergia a un material o a una sustancia determinada, lo mejor es mantenernos alejados de ella para que no nos pueda afectar. En ocasiones esto es complicado, ya que esa sustancia es demasiado común en nuestro entorno.

La otra fórmula que se suele utilizar para minimizar el efecto del asma causada por alergias es precisamente la contraria: exponer al paciente a esos alérgenos. Sería como una terapia de choque, algo parecido a lo que se hace con las vacunas, “enseñando” al organismo a admitir esa sustancia para que no provoque reacciones alérgicas tan fuertes. Se desarrollaría así cierta tolerancia a ese alérgeno, y  la situación mejoraría bastante. Esto suele realizarse en casos donde la alergia es provocada por ciertos elementos demasiado comunes en el entorno, como el polen o incluso los rayos del sol. Y es que hay gente alérgica a la luz solar que deben protegerse especialmente cuando salen a la calle.